domingo, 5 de julio de 2009

HUANCAYO. FERIA DE ARTESANIA

Los primeros pasos en la ciudad incontrastable de Huancayo, a 3.200 metros de altitud, en la cordillera de los Andes Centrales peruanos, nos han llevado a la feria de artesanía que cada domingo se instala en sus calles. Es la más importante de la provincia y a ella acuden, desde primera hora de la mañana, los campesinos y artesanos de las comunidades cercanas. A lo largo de varias calles instalan sus puestos que se desparraman por un laberinto de colores y aromas. Sin dejar de ser un mercadillo al uso, parecidos a los rastrillos que conocemos en España y con regusto a las medinas árabes, en sus puestos podemos encontrar de todo, desde los tradicionales mates burilados, característicos de esta zona, hasta un traje de neopreno.
Sorteando el tráfico imposible de las calles, esquivando baches y superando los badenes de entrada a los cruces, rebuscando los semáforos entre el paisaje callejero, llegamos a la zona de la feria. Por cierto, no lo he dicho, el equipo lo formamos una peruana, Katia, un colombiano, Marco, una niñita colombo-peruana, Mikaela, la hija de ambos, una holandesa, Jolinda y un español de Cuenca. Vamos, que parecemos una representación de la ONU.
El paseo comienza en la zona de artesanía y nos detenemos en los puestos más coloristas. Los trajes típicos de Perú destacan por su colorido y sobre todo nos llama la atención el fustán, la falda o pollera de las mujeres andinas de esta región. Lucen bordados muy elaborados y de llamativos colores, con cenefas y motivos florales. Se elaboran a mano en las comunidades de campesinos y el trabajo puede prolongarse más de una semana dando puntadas de sol a sol. Su precio ronda los 1.200 soles (unos 300 €). Esas faldas las lucen en las fiestas típicas como las de Santiago que ya comienzan a celebrarse estos días.
Siguen los colores en los puestos de ropa con los chullos, las medias, las chompas (¿se acuerdan del jersey de Evo Morales? Pues eso), los aguayos con los que las mujeres llevan a sus bebés a la espalda y un sinfín de prendas más. A esto sumamos los luminosos tapices con paisajes típicos de los Andes que ofrecen estampas de casitas entre las montañas o de lugares tan populares como Machu Pichu.
Y de fondo, los olores de la comida peruana. Porque aquí se come, sí. En todos sitios y a todas horas hay alguien vendiendo comida. Y gente comiendo, claro. Platos de cebiche al pie de una camioneta, papas de mil sabores, colores y texturas diferentes, y el refrigerio por excelencia, la chicha morada. Me gustó, por cierto.

Puesto de venta de fustán en la feria de artesania de Huancayo.

2 comentarios:

Harpo dijo...

Querido Paco.

Deseo y espero que disfrutes al máximo de la experiencia que acabas de emprender.

Por mi parte me conformare con acompañarte en tu viaje con la lectura de tus relatos, seguramente me haran más amenas las tranquilas mañanas de curro veraniego!

Un Abrazo amigo, Se feliz!

César

marta dijo...

Querido Paco....
Una vez más has llenado mis ojos de lagrimas.

Me hubiera gustado mucho estar en la cena de despedida, pero por compromisos no pudo ser, el día antes de partir a Peru te llame para darte un beso de nuestra parte y desearte suerte, pero tenias el movil apagado, me dijo mi hermana que estabas en Albalate y sin cobertura,....

Me hubiera encantado poderte dar un beso para que te lo llevaras en tu maleta y asi cuando nos eches de menos tuvieras consuelo......

Decirte que espero con ansiedad tus relatos, asi que no nos olvides,.... y que estos tres meses disfrutes mucho de esta oportunidad que te ha dado la vida.

No olvides que te queremos mucho

MIL BESOS

MARTA