sábado, 24 de enero de 2009

Lisboa 3. Si Franco hubiera sido punki...

¿Y si Franco hubiera sido punki? ¿Se han parado a pensar alguna vez en esto? Tal vez no. Yo tampoco lo había hecho nunca antes, hasta ver esa silueta del dictador luciendo cresta y perilla. Pero la reflexión sobre este asunto puede ser divertida.

Si Franco hubiera sido punki, hubiera llevado cresta, desde luego. Hubiera llevado la cresta más alta, la más estilizada, la más currada, con más colores. Hubiera vestido jeans ajustadísimos, rotos, descoloridos, con tachuelas, con cadenas, con candados. Se hubiera tatuado pecho, brazos y espalda con sus ídolos juveniles y musicales. Llevaría chupas con parches de los Sex Pistols o de The Clash, pírsines hasta en los dientes, y sería el punki más punki de entre todos los punkis. Para eso era Franco, ¿no?

Si Franco hubiera sido punki habría sido perseguido por la policía en las calles de cualquier ciudad hasta dar con sus tatuajes en el calabozo; hubiera vivido en una casa okupada y la higiene no sería una de sus prioridades. Si Franco hubiera sido punki habría sido más liberal, se habría relacionado con personas de la mala vida, habría hecho botellón en conciertos al aire libre en cualquier plaza de pueblo y, sí, se habría fumado los porros doblados. Para eso era Franco, ¿no?

Nos podemos imaginar cómo sería el Franco punki en la década de los setenta, si este movimiento musical, social o lo que fuese, le hubiera pillado con 20 años. Pero todos sabemos que para esos años, Franco estaba en las últimas. Si hubiera llegado a viejo siendo punki, habría terminado en cualquier callejón vendiendo pines y parches, con escaso pelo y rodeado de curiosos personajes, todos de la mala vida, sin duda, como él, pero con un corazón bondadoso que les permitió llegar a esas edades después de haber vivido una vida intensa en patadas y litronas.

¿Y cómo hubiera sido el Franco punki en sus años mozos, allá por los años 30 y 40, cuando ni por asomo se imaginaba el mundo que algún día existiría eso del punk? Pues seguro que nunca hubiera sido militar. Se las habría ingeniado para escaquearse hasta de ir a la guerra. Hubiera sido un adelantado a su tiempo en el terreno de las deserciones. Hubiera desertado hasta de sí mismo. Bueno, desertor de todo tal vez no. A lo mejor se hubiera enrolado en algún comando de combatientes contra el nazismo que asolaba Europa en esos años. Quién sabe. Pero nos podemos imaginar que llevaba el vicio en la sangre, que vestía traje de chaqueta y gorra, como todos, pero su traje estaría un poco arrugado y la gorra nunca estaría bien puesta. Ligeros toques de rebeldía en la vestimenta. Así con el tiempo, con el paso de los años, nuestro Franco rebelde hubiera caído en las redes del punk hasta terminar en un concierto de La Pota dando patadas como uno más. Bueno, como uno más no, como el que más. Para eso era Franco, ¿no?

¿Y si Franco en lugar de punki hubiera sido sindicalista, músico, artista, cantante de cabaret, tabernero, futbolista, cura, taxista, chapero o guionista? Pues cualquier cosa mejor, que ser dictador es muy fácil. Lo difícil es ser humilde y siervo. Si Franco hubiera sido punki a todos nos hubiera ido mejor.

Que fácil es ridiculizar ahora al personaje, ¿verdad? Pero si pensamos en la veces que él lo hizo con los demás (con tantos), les aseguro que no me queda ni un ápice de remordimiento.

Por cierto, me van a permitir que termine esta reflexión dando otro trago a la litrona brindando por la mala vida y por la buena gente. ¡Viva el punk!


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