“Escribió
la carta a los Reyes Magos en papel vegetal y se la comieron los
camellos. (Se quedó con la duda de si antes la habían leído)”.
“Se
puso a hacer la cena de Navidad pero calculó mal y cocinó
demasiado. Para no desaprovechar tanto suculento guiso decidió
invitar a más gente. Pero calculó mal y faltó comida. Los
invitados se quedaron con hambre y se lo comieron a él”.
“Se
adentró en el bosque hasta que encontró el abeto perfecto para
árbol de Navidad. Ya con el hacha en la mano y dispuesto a cortarlo,
el abeto le dijo: 'Si me cortas a mí, también te haces daño a ti'.
'Tonterías', pensó, 'otro árbol ecologista'. Pero erró el golpe
con el hacha y se cortó la pierna”.
“En
aquel programa de televisión hablaban de cómo conseguir la
felicidad. Prestó atención pero no consiguió nada. Así que apagó
la tele. (Y entonces fue feliz)”.
“Aquel
día de Navidad se hartó de comer. Pero aún quiso probar el turrón.
Al morderlo se le pegó a los dientes de tal forma que nunca más
pudo volver a abrir la boca. (Dicen que se murió de hambre)”.
"Aquel
año se esmeró en el belén de su casa. Más espacio, más musgo y
más ríos de papel de plata. Cuando puso la última figura dijo:
'¡Se acabó!' Y efectivamente, era 7 de enero y había terminado la
Navidad".
"Se
vistió de Papá Noel y se miró en el espejo. '¡Qué calor!', dijo.
Y se dio cuenta de que ese no era el mejor disfraz para un 15
de agosto".
“Cuando
se despertó, Papá Noel aún estaba ahí. (Y se rompió el encanto
de la Navidad)”.