domingo, 20 de septiembre de 2009

ESTO SE ACABA

Taller de clausura en Pucapuquio

El primer contacto con Prodei fue la llamada de Katia Urteaga a mi teléfono móvil unos días antes de emprender el viaje al Perú (hace ya tres meses). Quiero empezar por aquí mi valoración personal de esta experiencia porque fue en ese momento cuando empecé a comprender que ya no había vuelta atrás, que mi decisión de pasar tres meses participando en un proyecto de desarrollo estaba a la vuelta de la esquina; fue entonces cuando empecé a ilusionarme de verdad, más allá de los ‘preparativos’, o lo que es lo mismo, las jornadas de formación impartidas en semanas previas por el Instituto de la Juventud de Castilla-La Mancha y por la ONG Minka.
Y así, de la noche a la mañana me vi ya saliendo del aeropuerto de Lima y respirando las primeras pinceladas de realidad peruana.
He de reconocer que los primeros días fueron duros y que descubrir y aceptar una nueva realidad tan distinta a mi visión ‘occidentalizada’ de las cosas tuvo que ir cambiando a golpe de sorpresa (por no decir resfriado, mordedura de perro, molestias intestinales,…). Ahora, tres meses después de aquellos primeros días desconcertantes, he de reconocer que ese ejercicio de ‘descubrir’ resultó divertido y muy muy interesante.
Impacta lo que ves en la calle (tráfico caótico, mercados abarrotados de gente y de actividad frenética, sonidos totalmente nuevos, olores intensos a comida recién cocinada, sabores picantes que ponen a prueba a mi estómago); impacta el contacto con la gente que rebosa amabilidad y que te saluda constantemente dándote la mano o con un beso (sólo uno) en la mejilla; impacta escucharles hablar en un castellano que creía saber pero que me ha costado semanas descubrir multitud de palabras nuevas, de giros y de expresiones, de conceptos que voy memorizando como buenamente puedo (y todo esto sin hablar del quechua, que esa es otra), y por supuesto, impresiona enfrentarse al soroche, pero a eso se acostumbra el cuerpo en unos días.
Adaptarse a una nueva realidad cuesta más, en mi caso al menos diría que no me sentí integrado hasta mediados de agosto, es decir, mes y medio después. Pasado ese tiempo empecé a ver las cosas de otro modo y un día me descubrí a mí mismo saboreando la ciudad, las comunidades, los niños, las gentes, de otra forma. Descubrí que en parte este era ya mi sitio. Y sí, al final, cuando mejor estás es cuando uno tiene que empezar a hacer la maleta.

lunes, 14 de septiembre de 2009

A LOS PIES DEL HUAYTAPALLANA

Cumbres nevadas del Huaytapallana

La cumbre más alta de los Andes Centrales del Perú es el Huaytapallana, que en quechua significa 'lugar donde se recogen flores', y que está a 5.557 metros. Está considerado como un 'apu' por la cultura andina, o lo que es lo mismo, un lugar al que venerar. A 5.000 metros de altitud, al pie de la laguna Lazuhuntay se realizan ofrendas a la montaña en un entorno paisajístico de ensueño rodeados del silencio sólo roto por el fluir del agua helada que mana del glaciar.

LA SELVA CENTRAL

Cascada de Bayoz, en Yurinaki

El Perú no es sólo Andes. Gran parte del país se adentra en la selva amazónica siguiendo las aguas de los ríos que se precipitan desde las cumbres nevadas de la cordillera andina. En busca de ese terreno tan distinto emprendo el descenso desde las montañas hasta los cafetales de Chanchamayo donde me encuentro con la selva central peruana.

Paisaje de selva en Chanchamayo (Junín)

Cascada del Tirol, en San Ramón

Cascada del Velo de la Novia, en Yurinaki

El río Perené, uno de los afluentes de la cuenca alta del Amazonas

Mariposas, pero también monos de diversas especies, loros y cacatúas de intensos colores, anacondas, otorongos, tortugas,...

jueves, 3 de septiembre de 2009

EL CAMINO QUE NOS UNE

De Dos de Mayo a Pachachaca siguiendo los pasos de los incas

Niños a la salida de la escuela en Dos de Mayo

Los caminos sirven para unir a los pueblos. Son vías de comunicación que facilitan el tránsito de personas y mercancías de un lado a otro. Con las personas viaja la cultura, las ideas, los avances sociales. Por los caminos avanzan también los ejércitos que expanden una nación. Los romanos sabían bien de la importancia de los caminos y por eso desarrollaron una extensa red de calzadas por todo el imperio alcanzando a buena parte del continente europeo y a la cuenca mediterránea. Hoy en día, muchos caminos, carreteras e incluso autopistas siguen las mismas rutas abiertas por los ingenieros romanos.

También en Europa, en la Edad Media, con la expansión del Cristianismo, los caminos conducían hasta lugares sagrados (‘todos los caminos conducen a Roma’) o eran utilizados por los caballeros en las Cruzadas para adentrarse en Tierra Santa. En la actualidad el Camino de Santiago está declarado Patrimonio de la Humanidad y son miles los peregrinos que lo transitan cada año en su viaje hasta la ciudad española de Santiago de Compostela. Durante todo el año, viajeros procedentes de los cinco continentes atraviesan pueblos y ciudades conociendo otra cultura y dejando, cada uno de ellos, un poco de sus países de origen por allá donde pasan y fomentando la economía de pequeñas localidades al utilizar los restaurantes y albergues o al visitar un museo o un monumento.


Paisaje andino en Pachachaca

En la cordillera de los Andes, la cultura inca desarrolló una extensa red de caminos bien adecentados a partir de las vías de comunicación existentes entre los distintos valles y montañas por los que se iba expandiendo el imperio. A diferencia de aquellas calzadas romanas de una anchura lo suficiente para permitir el paso de dos carros tirados por bueyes, los caminos andinos eran más estrechos. Las culturas prehispánicas desconocían el invento de la rueda pero, pensándolo bien, ¿qué utilidad tenía la rueda en un terreno tan agreste como la cordillera andina? Los tramos llanos se sucedían de grandes escalinatas y éstas, a su vez, desembocaban en estilizados puentes colgantes sobre el abismo de un barranco.

De aquella inmensa red de caminos adecentados y cuidados por los incas, muchos tramos se han conservado hasta nuestros días y al igual que pasara con las calzadas romanas, su recorrido se mantiene hoy en día sustituido por carreteras y ferrocarriles. Y al igual que ocurre con caminos como el de Santiago, las rutas primitivas de los incas siguen siendo recorridas por los viajeros y los turistas que buscan, en el caminar de sus pasos, el encuentro con culturas antiguas.


QHAPAQ ÑAN

En la actualidad existe un proyecto de singular interés puesto en marcha en el año 2003 por Perú, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador y que persigue la declaración, por parte de la UNESCO, del Camino Principal Andino (Qhapaq Ñan) como Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 2011. En el Perú, el Instituto Nacional de Cultura viene trabajando desde entonces en el estudio, catalogación y puesta en valor de los tramos que discurren por territorio peruano y de los restos arqueológicos asociados a esos caminos. Los objetivos son potenciar la conectividad entre los países involucrados, conservar y recuperar para el turismo los tramos que estén en mejores condiciones y los restos arqueológicos adyacentes, y divulgar las manifestaciones culturales asociadas a los pueblos y comunidades por los que discurre el Camino Principal Andino.

DOS DE MAYO

En el distrito de Pucará, cerca de Huancayo, encontramos varios lugares con restos de la civilización inca que nos permiten acercarnos a aquella cultura, lugares que están accesibles al visitante y que ofrecen muchas posibilidades al turismo local. Comenzaremos el recorrido en la comunidad de Dos de Mayo a la que accedemos por carretera desde la pista que une Huancayo con Huancavelica. Para llegar hasta las casas debemos ascender por un camino de tierra que necesita mejoras en algunos tramos, un trabajo de reforma que se hace imprescindible si perseguimos que los visitantes lleguen hasta este lugar.


Madre con su niña en Dos de Mayo

Ya en Dos de Mayo, recomendamos el paseo por sus calles hasta llegar a la plaza donde aún se conserva una picota de piedra levantada en el centro de este espacio urbano, recuerdo de los actos de justicia que en otros tiempos se impartieron aquí. Esta plaza es un espacio amplio rodeado de casas y lugar de encuentro de sus vecinos. A algunos de ellos nos los encontramos en el paseo camino de su actividad diaria, siempre relacionada con la agricultura y la ganadería, su medio de vida.

Desde la plaza se descuelga una calle, en dirección a Marcavalle, por la que seguiremos nuestro paseo. Dejamos a la derecha el amplio terreno del estadio de fútbol, lugar de juego de los niños, y llegamos ya a los primeros restos arqueológicos donde haremos una parada.


Camino del inca a su paso por la comunidad de Dos de Mayo

Tenemos ante nuestros ojos los restos de un tramo del Camino del Inca, una vía de comunicación tan antigua como la cultura que nos ampara y de la que, en mayor o menos medida, provienen todos los habitantes de estos cerros. La pista está rodeada por dos hileras de piedras y a la izquierda del camino se conservan aún restos de un antiguo tambo, esas casetas ubicadas estratégicamente al borde de las vías de comunicación que servían de hito y de refugio a los caminantes, a los campesinos y a los mensajeros del Inca que salvaban a la carrera las largas distancias del imperio para propagar las noticias y aconteceres.


Restos de un tambo al borde del camino

Junto a los muros de piedra semiderruidos, una anciana descansa sin quitar ojo a sus ovejas que pacen en el entorno, ajenas al lugar en el que se encuentran, tantas veces transitado a lo largo de los siglos. Con un poco de fantasía, el visitante puede aprovechar los elementos que tiene a la vista (el camino, los restos del tambo y la vieja con las ovejas) para imaginar una escena similar vivida en este mismo lugar hace cinco siglos.


Pastora andina

AÑAZPAMPA

La ruta la vamos a continuar desde Dos de Mayo hasta la comunidad de Marcavalle para lo que seguiremos la pista (recientemente acondicionada y en muy buen estado) que atraviesa el paraje de Añazpampa, palabra en quechua que viene a significar ‘el llano de los zorrillos’. Este paraje no deja indiferente a cualquiera y los visitantes podrán recrearse desde aquí contemplando las impresionantes vistas que tenemos al frente. Las cumbres nevadas del Huaytapallana, allá a lo lejos, se muestran majestuosas coronando una cordillera que ronda los 5.000 metros de altitud.


Al fondo, cumbres del Huaytapallana

Pero volvamos a pisar la tierra bajo nuestros pies. La puna se extiende a nuestro alrededor y un paisaje casi desértico nos acompaña. El silencio es tan intenso que se puede cortar. Ni el viento se mueve. Si bajamos la vista hasta el suelo y seguimos los pasos de nuestros pies, veremos crecer entre la tierra brotes de vegetación. Plantas como el ‘hualajo’ nos sorprenderán abriéndose paso en un terreno árido. Es un arbusto que se agarra al suelo para que el viento, cuando sopla fuerte por las lomas de esta cordillera, no arranque sus raíces. Esparcida por el suelo, la planta del hualajo se asemeja, con sus brotes que parecen de lana, a una oveja que se hubiera recostado en la tierra.


Planta de hualajo

El paseo contemplativo nos lleva a descubrir otros seres vivos como el ‘chuicor’, un cactus espinoso conocido como ‘asiento de suegra’. Y si demoramos en nuestro trayecto y dejamos que la noche se apodere de Añazpampa, veremos sigiloso al zorrillo de la puna salir en busca de alimento. Los pequeños roedores están en peligro. Hay vida en Añazpampa, sólo hay que detenerse a contemplarla.


Paraje de Añazpampa

PACHACHACA

Seguimos camino en dirección a Marcavalle descendiendo las cuestas que nos precipitan hasta el terreno abierto de Pucará. Nuestro próximo destino es Pachachaca, que en quechua quiere decir ‘puente o enlace con la tierra’.

Y con la tierra vamos a conectar en una de las comunidades más interesantes para descubrir de todo el distrito pucarino. Las casas se dispersan en varios barrios a lo largo del valle rodeadas de chacras y terrenos de pasto donde pacen toros y ovejas. El adobe es el elemento que conforma las casas y las fachadas de los edificios muestran ese color a tierra que, como un camaleón, les mimetiza con el paisaje. Tierra en las casas, tierra en el camino, tierra en los cerros. Estamos en Pachachaca y aquí vamos a visitar los restos arqueológicos de un antiguo centro agrícola experimental de los incas.


Restos del centro agrícola experimental del tiempo de los incas

El lugar se encuentra cerca del pueblo y el paseo podemos hacerlo andando ya que llegaremos en unos minutos. De esta forma podemos adentrarnos en una sucesión de chacras dispuestas sobre la cumbre de una loma. Son chacras separadas por tapiales en los que crece la cantuta, la flor de los incas, un arbusto que florece en los meses de julio y agosto llenando de pinceladas rojas, moradas y amarillas el paisaje. La altitud de este lugar, unos 3.800 metros, similar a la del Cusco, nos enlaza con el ombligo del mundo de los incas. Aquellos ingenieros debieron aprovechar esa similitud para desarrollar en este lugar de Pachachaca este centro agrícola experimental en el que distintos tipos de tierra se suceden de chacra en chacra para desarrollar nuevas técnicas de cultivo que poder exportar después por el resto del imperio. Para el visitante será atractivo descubrir este terreno pasando de un campo a otro, entre los tapiales y el aroma de la flor de la cantuta.


Flor de la cantuta

De esta forma completamos un recorrido que iniciamos en Dos de Mayo siguiendo el Camino del Inca, que nos llevó por los páramos de Añazpampa buscando vegetación y vida donde creíamos que no crecía nada y que nos devuelve a tiempos pasados rebuscando entre las chacras ese enlace con la tierra que pisamos en Pachachaca.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

PACO EN PACA (NAVEGANDO)

A poco más de tres kilómetros de la ciudad de Jauja, la que fuera primera capital del Perú, se encuentra la laguna de Paca. Las leyendas y los misterios rodean a esta lámina de agua. Algunas hablan de cómo se creó, otras de la presencia en sus profundidades de una caravana de llamas cargadas de oro y otra de la sirena de cabellos dorados que cautiva a los hombres en las noches de luna llena para arrastrarlos hasta el fondo. Mujeres petrificadas e indios recostados en el paisaje completan los cuentos que rodean a la laguna. Y siempre el entorno merece la pena y el paseo en barca en agradable.

martes, 1 de septiembre de 2009

DESCUBRIENDO


El curaca o cacique y sus concubinas. Fiesta de la Pachamama en Huari, una comunidad cercana a Huancayo. Se realiza cada año a finales de agosto. Se trata de un ritual escenificado con la presencia de todos los sectores de las antiguas sociedades andinas, el señor y sus mujeres, el sacerdote y su séquito, las doncellas o jóvenes vírgenes, los guerreros y los campesinos.



Mi segundo bautizo. Recientemente he sido purificado por un 'layqa', un sacerdote andino, en un manantial sagrado de los incas, en Warivilca. Un ritual al que asistí emocionado
mientras sentía las frescas aguas en mi piel y en mi cabeza. Unas aguas respetadas y veneradas por las distintas civilizaciones que han pasado por aquí a lo largo de los siglos.



En los Andes también encontramos profundas grutas como la de Huagapo, en Palcamayo. Es una de las cavernas más grandes de la cordillera y se puede visitar hasta una profundidad de 300 metros. Más allá es necesaria la ayuda de especialistas. Los espeleólogos han llegado hasta las 2.800 metros. Por el fondo de la gruta corre un río y en los altos techos de la cueva aparecen figuras en la roca disimuladas entre milenarias estalagmitas y estalactitas que gotean constantemente. Impresionante.



Es hora de comer. Hoy de menú, pachamanca. Tradicionalmente un plato de fiesta, hoy en día se prepara en muchos restaurantes. Se cocina en un hueco en la tierra donde previamente se han calentado con fuego unas piedras. Al rescoldo se deja hacer lentamente la carne de res, cordero o chanco acompañada de todo tipo de verduras, papas, maíz,... En una o dos horas la pachamanca está lista.