Pero el horror estaba en las calles. Con millón y medio de habitantes, Puerto Príncipe acoge a una población con muchas carencias y que ya de por sí vive por debajo del umbral de pobreza.
LAS HIJAS DE LA CARIDAD
En el suburbio de Cité Soleil, el basurero de Puerto Príncipe, trabajan unas monjas españolas que reciben apoyo económico desde Cuenca. A través de una asociación con el mismo nombre del barrio marginal, distintas personas colaboran económicamente con las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, una congregación que cada día, desde hace casi 40 años, se enfrenta a la pobreza de las chabolas de Cité Soleil.
Desde Haití llega el testimonio de la monja conquense Sor Milagros Caballero que en una de sus últimas visitas a Cuenca explicaba: “Es un suburbio muy pobre donde la mayoría de las casas están hechas de cartón, de madera o de metal. Hay muy pocas que están bien construidas con bloques de cemento. Allí trabajamos las Hijas de la Caridad con cerca de 1.600 niños”.
Circunstancialmente, Sor Milagros se encontraba fuera de Haití cuando ocurrió el terremoto ya que viajó a Puerto Rico por una revisión médica. Tiene 78 años y a pesar de su edad y de los achaques de la misma, no duda en seguir en Cité Soleil. “Cada tres años me vengo unos meses a Cuenca a ver a mi hermana que ya la echaba de menos”, comenta Sor Milagros. “Pero cuando vengo aquí echo de menos Cité Soleil”. Allí, junto a otras monjas se ocupa, junto a un extenso grupo de profesores, de la educación de los niños. “Yo soy responsable de 450 niños de pre-escolar que no pagan debido a lo que nos ayuda Cuenca. Casi lo cubrimos todo. Tenemos 20 profesoras que trabajan con ellos”, apunta Sor Milagros. “Al mismo tiempo yo me ocupo de las mamás de estos niños. Les enseño a trabajar, a coser, a realizar artesanía. Esos trabajos los vendemos para pagarles a ellas cada semana. Con ese dinero pueden dar de comer a sus hijos los sábados y domingos porque el resto de los días comen con nosotras”.
La pobreza es extrema en el basurero de Puerto Príncipe. “La gente carece de todo”, nos dice Sor Milagros. “Afortunadamente nosotras aportamos algo de esperanza. Tenemos enfrente de nuestra casa los colegios y el Centro de Salud que nos ha construido la Embajada de España. Podemos decir que estamos bien. Los niños comen dos veces al día y están allí hasta que obtienen el certificado de Primaria”. El Centro de Salud referido está gestionado por la ONG ‘Médicos sin Fronteras’. “El Hospital lo construimos nosotros pero tras los disturbios ocasionados en el barrio por la marcha de Aristide, se lo dejamos al Estado”, apunta Sor Milagros. “Ahora son ‘Médicos sin Fronteras’ quienes lo llevan. Y muy bien”. Precisamente parte de todos esos edificios sufrieron las consecuencias del terremoto y algunos de ellos se vinieron abajo. Afortunadamente sin consecuencias para los trabajadores, pero como explicaba Florián Belinchón, miembro de la asociación conquense ‘Ayuda a Cité Soleil’, “parte de los dos mil niños que tenemos en el colegio sufrieron lesiones e incluso algunos murieron”. Florián ha lanzado un mensaje a los padrinos de Cuenca: “a los niños supervivientes hay que tenerles el mismo aprecio que a los demás y seguir con el apadrinamiento. Nosotros vamos a seguir apoyando la obra con vuestra ayuda y reconstruir todo lo que podamos”.
Cuando los niños que atienden las Hijas de la Caridad en Cité Soleil terminan la Primaria, tienen que cursar, al menos cuatro años en Secundaria para aprender un oficio y poder trabajar. “Nuestra congregación tiene también una asociación en Navarra que nos ayuda y manda un poco de dinero cada mes con el que pagamos el colegio a los niños que terminan la Primaria con nosotros hasta que puedan aprender un oficio y colocarse. A algunos, incluso, les estamos pagando la Universidad”.
CÓMO AYUDAR DESDE CUENCA
Mientras Sor Milagros y otras monjas de su congregación trabajan en Cité Soleil, su hermana Sor María, también miembro de las Hijas de la Caridad, trabaja desde Cuenca para recaudar el dinero que necesitan para educar y mantener a sus 1.600 niños. “Lo que más nos aporta es el apadrinamiento”, comenta Sor María. “Tenemos casi 800 socios que han apadrinado un niño, por 160 euros al año. Pero además, vendemos mantelerías o postales por encargo. Estas piezas las fabrican las madres de los niños de Cité Soleil. Ese trabajo se hace allí y se vende aquí. En concreto se puede adquirir en el Hospital de Santiago, donde está la sede de la Asociación ‘Ayuda a Cité Soleil’. Pero la gente que ya nos conoce realiza pedidos por encargo”.
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