Titulares como éste se escuchan o se leen esta mañana: “Obama, la esperanza del mundo”. O como este: “Millones de personas de todo el mundo atentas al nuevo presidente de EE UU”. Y uno más: “Obama llega con una ola de ilusión”.
Reacciones multitudinarias como ésta dan que pensar, aunque no debe resultar tan difícil el análisis. Cuando estamos necesitados de algo, nos agarramos a un clavo ardiendo a la mínima oportunidad que tengamos. Y Obama, por muchas razones, representa una oportunidad, una posibilidad de creer en la esperanza. Al menos así le han tildado en estos meses previos a su desembarco en la Casa Blanca. “La esperanza negra”, es otro titular. En África, comentan los entendidos, se está produciendo un fenómeno ilusionante ante la llegada del nuevo mandamás mundial. Por eso de ser negro, dicen. Sorprende pensar qué ilusión puede tener una familia de pescadores de Senegal o los niños congoleños que se afanan en las minas de Coltán. ¿Le habrán visto en la tele? ¿Tienen tele? ¿Será el nuevo Mesías? Seguramente sí, piensan.
Pues tienen mucho trabajo por delante el señor Obama. Y digo trabajo y no lío, porque lío es el que tenemos encima de la mesa de la oficina, papeleo acumulado, llamadas telefónicas pendientes, cosas que al final del día, si nos aplicamos un poquito, estarán resueltas. Pero Obama, además de lío en la mesa del despacho Oval, que ahora resulta que no es tan grande como pensábamos (en realidad yo nunca pensé cómo era el salón Oval), encima de esa mesa, digo, tiene lío y mucho trabajo, porque las tareas no se resuelvan con llamadas telefónicas o archivando unos documentos. ¿Cómo podrá solucionar el problema de los pescadores senegaleses que ahorran cada céntimo de su escasa ganancia de la pesca para embarcar en un cayuco maldito a sus hijos camino de la Europa del bienestar? Y seguramente este no sea el asunto más complicado. ¿Hablamos de Gaza? No, para qué. Hoy dejaremos a los muertos en paz. Y a los asesinos también. Desgraciadamente.
Obama bendito. Obama aclamado, esperado, llamado, querido, deseado. Amigo Obama: descansa esta noche, porque a partir de la próxima ya no podrás dormir tranquilo. Será imposible hacerlo si uno piensa en la responsabilidad que el mundo ha depositado en ti. Porque tú querías ser presidente de Estados Unidos, pero ahora lo serás de todo el mundo, hasta de África, que parece que nunca ha formado parte de él (siempre fue del Tercer Mundo). Ahora eres el presidente de todos los que tienen algo pendiente. Serás el presidente de la ciudad más pequeña del planeta. En Cuenca, por ejemplo, estamos más tranquilos, porque sabemos que, pase lo que pase, estando tú en la Casa Blanca, ya tenemos asegurado el AVE en 2010, la dichosa autovía y todo lo demás. En ti confían los jóvenes, Obama, para pagar su estranguladora hipoteca; los viejos porque ven en tu risueño rostro moreno a un compañero de petanca; los niños porque sus padres les dicen que crecerán en un mundo mejor. (¿Tan mal estamos para que se produzcan esperanzas como estas? Se ve que sí).
En fin, Obama, amigo, no voy a ser el único que no espera algo de ti, del afamado rey negro: te espero este fin de semana en Albalate para ir a coger aceituna. Contigo todo será más fácil.
Reacciones multitudinarias como ésta dan que pensar, aunque no debe resultar tan difícil el análisis. Cuando estamos necesitados de algo, nos agarramos a un clavo ardiendo a la mínima oportunidad que tengamos. Y Obama, por muchas razones, representa una oportunidad, una posibilidad de creer en la esperanza. Al menos así le han tildado en estos meses previos a su desembarco en la Casa Blanca. “La esperanza negra”, es otro titular. En África, comentan los entendidos, se está produciendo un fenómeno ilusionante ante la llegada del nuevo mandamás mundial. Por eso de ser negro, dicen. Sorprende pensar qué ilusión puede tener una familia de pescadores de Senegal o los niños congoleños que se afanan en las minas de Coltán. ¿Le habrán visto en la tele? ¿Tienen tele? ¿Será el nuevo Mesías? Seguramente sí, piensan.
Pues tienen mucho trabajo por delante el señor Obama. Y digo trabajo y no lío, porque lío es el que tenemos encima de la mesa de la oficina, papeleo acumulado, llamadas telefónicas pendientes, cosas que al final del día, si nos aplicamos un poquito, estarán resueltas. Pero Obama, además de lío en la mesa del despacho Oval, que ahora resulta que no es tan grande como pensábamos (en realidad yo nunca pensé cómo era el salón Oval), encima de esa mesa, digo, tiene lío y mucho trabajo, porque las tareas no se resuelvan con llamadas telefónicas o archivando unos documentos. ¿Cómo podrá solucionar el problema de los pescadores senegaleses que ahorran cada céntimo de su escasa ganancia de la pesca para embarcar en un cayuco maldito a sus hijos camino de la Europa del bienestar? Y seguramente este no sea el asunto más complicado. ¿Hablamos de Gaza? No, para qué. Hoy dejaremos a los muertos en paz. Y a los asesinos también. Desgraciadamente.
Obama bendito. Obama aclamado, esperado, llamado, querido, deseado. Amigo Obama: descansa esta noche, porque a partir de la próxima ya no podrás dormir tranquilo. Será imposible hacerlo si uno piensa en la responsabilidad que el mundo ha depositado en ti. Porque tú querías ser presidente de Estados Unidos, pero ahora lo serás de todo el mundo, hasta de África, que parece que nunca ha formado parte de él (siempre fue del Tercer Mundo). Ahora eres el presidente de todos los que tienen algo pendiente. Serás el presidente de la ciudad más pequeña del planeta. En Cuenca, por ejemplo, estamos más tranquilos, porque sabemos que, pase lo que pase, estando tú en la Casa Blanca, ya tenemos asegurado el AVE en 2010, la dichosa autovía y todo lo demás. En ti confían los jóvenes, Obama, para pagar su estranguladora hipoteca; los viejos porque ven en tu risueño rostro moreno a un compañero de petanca; los niños porque sus padres les dicen que crecerán en un mundo mejor. (¿Tan mal estamos para que se produzcan esperanzas como estas? Se ve que sí).
En fin, Obama, amigo, no voy a ser el único que no espera algo de ti, del afamado rey negro: te espero este fin de semana en Albalate para ir a coger aceituna. Contigo todo será más fácil.
1 comentario:
Ese Pacoooooooooooo
Espero que el Tal Obama Alias "El Mesias" se pase por Albalate le chispamos y seremos el puto centro del universo mundo.......jejejeje
Que Bien, soy el Primero en comentar cositas...
Abrazos y suerte con el Blog!
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